Para hablar de esta película, habría que separar lo técnico de lo retórico. Al menos para mí, existen dos lecturas considerando ambos aspectos.
Primero: da pena ver cómo nuestras historias se vuelven exitosas en la medida en que los argumentos son más decadentes. A veces, uno piensa que no todo lo que se muestra puede ser una realidad segura, sino fuera porque uno mismo lo ha vivido en cierto punto. Es que ningún rayo de sol asoma por entre la fotografía oscura de esta cinta. Lugares de mala muerte, dictadura, robo, asesinato, grosería fingida, sexo burdo y sin sentimiento... todo metido en una misma idea. Uno se desencanta, no de la película sino de lo que nos muestra, todo muy lejos de lo bello, lo digno o de buena reputación. Quizás por lo mismo, esta película cosechó elogios en el extranjero, como si fuera por confirmar la idea que afuera tienen de nosotros. He visto otros chiles menos escabrosos.
Segundo: la cinta se conduce sobre un hilo muy bien estirado, pero muy delgado. La estructura nos plantea una nostálgica desesperación, como si en su ritmo fuera más lenta de lo que nosotros esperamos. Raúl Peralta (Alfredo Castro) se nos vuelve ansiosamente desesperante. No sabemos si odiarlo o tenerle lástima. Lo cierto es que la actuación es magistral, porque el tipo de verdad nos convence de su insana locura. En una palabra: Patético.
Otro personaje interesante es Cony (Amparo Noguera), quien refleja una ternura ociosa, como de aquellas que aburren y prontamente se desechan. Nadie ama a una mujer que no se ama a sí misma.
La cámara del director Pablo Larraín es consecuente con lo que se quiere contar. No disfraza nada. Con melancolía se pasea por húmedos y olvidables rincones de una ciudad que nadie recuerda o no quiere recordar. Claro que se equivoca en el remate de la cinta, pues, en su afán de dejar lo que viene a la imaginación, se estrella con la nada sin una intención clara y como apurada. Uno tiende a querer comprobar si por defecto el proyector o el DVD no se habrá saltado la última escena.
Recomendaría esta película solo a quienes entienden de cine, pues podrán verla con un ojo objetivo y sin condenar atisbos morales ni consecuencias longánimas, ya que aquellas desilusionan.
Título: Tony Manero
País: Chile
Productora: Juan de Dios Larraín
Director: Pablo Larraín
Guión: Pablo Larraín, Alfredo Castro, Mateo Iribarren.
Reparto: Alfredo Castro, Amparo Noguera, Héctor Morales, Paola Lattus, Elsa Poblete.
Actualmente en Cines. Estrenada el 28 de Agosto.
Primero: da pena ver cómo nuestras historias se vuelven exitosas en la medida en que los argumentos son más decadentes. A veces, uno piensa que no todo lo que se muestra puede ser una realidad segura, sino fuera porque uno mismo lo ha vivido en cierto punto. Es que ningún rayo de sol asoma por entre la fotografía oscura de esta cinta. Lugares de mala muerte, dictadura, robo, asesinato, grosería fingida, sexo burdo y sin sentimiento... todo metido en una misma idea. Uno se desencanta, no de la película sino de lo que nos muestra, todo muy lejos de lo bello, lo digno o de buena reputación. Quizás por lo mismo, esta película cosechó elogios en el extranjero, como si fuera por confirmar la idea que afuera tienen de nosotros. He visto otros chiles menos escabrosos.
Segundo: la cinta se conduce sobre un hilo muy bien estirado, pero muy delgado. La estructura nos plantea una nostálgica desesperación, como si en su ritmo fuera más lenta de lo que nosotros esperamos. Raúl Peralta (Alfredo Castro) se nos vuelve ansiosamente desesperante. No sabemos si odiarlo o tenerle lástima. Lo cierto es que la actuación es magistral, porque el tipo de verdad nos convence de su insana locura. En una palabra: Patético.
Otro personaje interesante es Cony (Amparo Noguera), quien refleja una ternura ociosa, como de aquellas que aburren y prontamente se desechan. Nadie ama a una mujer que no se ama a sí misma.
La cámara del director Pablo Larraín es consecuente con lo que se quiere contar. No disfraza nada. Con melancolía se pasea por húmedos y olvidables rincones de una ciudad que nadie recuerda o no quiere recordar. Claro que se equivoca en el remate de la cinta, pues, en su afán de dejar lo que viene a la imaginación, se estrella con la nada sin una intención clara y como apurada. Uno tiende a querer comprobar si por defecto el proyector o el DVD no se habrá saltado la última escena.
Recomendaría esta película solo a quienes entienden de cine, pues podrán verla con un ojo objetivo y sin condenar atisbos morales ni consecuencias longánimas, ya que aquellas desilusionan.
Título: Tony Manero
País: Chile
Productora: Juan de Dios Larraín
Director: Pablo Larraín
Guión: Pablo Larraín, Alfredo Castro, Mateo Iribarren.
Reparto: Alfredo Castro, Amparo Noguera, Héctor Morales, Paola Lattus, Elsa Poblete.
Actualmente en Cines. Estrenada el 28 de Agosto.
2 comentarios:
nunca me ha gustado una pelicula chilena....................
me gustaria estar mas encantado con las realizaciones nacionales, pero no.
es una pena
Tuve hartas expectativas con esta película, grave error, porque la desilusión al verla fue aún mayor... Coincido en gran parte con tu comentario, especialmente lo referido al débil final. Creo que la cinta ha sido ensalzada artificialmente por cierta crítica por razones más bien políticas, me refiero a que refleja bien el ambiente opresivo de la dictadura (con alusiones directas a sus más siniestros funcionarios) ganado con ello el favor de la crítica europea. Pero ello no es suficiente para salvar una historia que no termina de despegar.
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